Hay dos clases de gente en la vida: a los que les va bien y
a los que no. Los losers, baby (como
dice Beck) somos una especie longeva y poco estudiada. Los que vivimos el
eterno retorno a valer carpeta como decimos por acá. Hay películas, libros
enteros, fotos y ahora hasta los hipsters quieren ser losers a propósito, pero
nadie nos entiende de verdad (¿si cachas?).
Somos los que cuando logramos conseguir un trabajo, es uno
feo, que paga mal y las horas son largas. Cuando tenemos pareja al principio va
bien y luego, se caga, no literal, por suerte. Nuestros amigos son a veces
losers, pero se hartan de nosotros y ¡BAM! ahí va el loser, sin amigos,
caminando por la zona fingiendo ser cool y no necesitar a nadie. Forever al
ron.
Ser loser es difícil, toca fingir que es a propósito, a unos
nos sale bien, tenemos muchos seguidores en el tuiter y ninguno en el gran
timeline de la vida. Somos malos también para la poesía de textos en blogs.
Los losers somos los que más lloramos, aunque los winners
también lloran. Perdonarán mi spanglish, pero todo es parte del encanto. Somos
los que exageramos, los que nos tomamos una foto y lloramos en el tuiter por lo
feos que somos.
Somos los que amamos a Beck por hacernos cool en los 90s.
Somos una organización cultural y psicovaginal no reconocida por el Estado.